En
la primera columna del presupuesto hay que indicar cuáles son los ingresos
familiares. Las entradas más importantes de dinero son, en general, la nomina o la pensión de
la Seguridad Social, en el caso de los jubilados. Otros posibles ingresos son
las pensiones alimenticias, los intereses de cuentas bancarias, las
prestaciones por desempleo y los trabajos extras.
Hay
varios tipos de ingresos netos:
- Ingresos
profesionales: sueldos, pagas extras, bonos, propinas, indemnizaciones.
- Pensiones:
jubilación, invalidez, viudedad, prestación por desempleo, pensión alimentaria.
- Ingresos
financieros: intereses de cuentas y depósitos, dividendos, alquileres cobrados.
Otros
ingresos: subvenciones.
Las
posibilidades para aumentar los ingresos pueden ser limitadas. Si la situación
lo permite, se puede intentar negociar un aumento de sueldo, cambiar de trabajo
o buscar un segundo empleo.
2. Evaluar los gastos
Los
gastos son todas las salidas de dinero. Para saber en realidad en qué situación
se está, hay que incluir todos los gastos actuales, desde la vivienda hasta los
pequeños desembolsos diarios. Y no se deben olvidar otros ocasionales como las
vacaciones, los regalos de cumpleaños y las compras navideñas o las rebajas.
Cuanta más información contenga el presupuesto, más válido es. Por ello,
conviene recopilar los documentos necesarios: recibos de domiciliaciones,
compras, extractos de bancos, libretas, talones y facturas.
Si
no se dispone de toda esta información, se pueden usar cantidades estimadas, lo
más ajustadas a la realidad. En algunos meses se gasta más que en otros (el
desembolso en comidas en diciembre no es el mismo que en febrero y se consume
más electricidad en enero que en mayo), por lo que la estimación debe ser un
promedio calculado.
El
problema surge cuando los gastos superan a los ingresos durante varios meses
seguidos. Entonces se agotan los ahorros y hay que endeudarse para atender a
los pagos. Es aconsejable que los gastos no superen el 90% de los ingresos,
para poder ahorrar, como mínimo, el 10% restante cada mes. Este 10% se puede
destinar a reducir deudas, crear un fondo para emergencias o acumular capital
para hacer una adquisición importante y preparar la jubilación. Cuanto más se
ahorra, más opciones se tienen de inversión y se dispone de más control sobre
el futuro.
3. Reducir los gastos
Hasta
lograr una situación financiera saneada, es de obligado cumplimiento recortar
los gastos. En la segunda columna del presupuesto hay que registrar todos los
gastos que se realizan cada mes y diferenciarlos según el tipo de desembolso.
Conviene distinguir entre:
- Gastos
fijos obligatorios: su importe no suele variar mucho mes a mes y no pueden
dejarse de pagar. Entre ellos figuran la hipoteca o el alquiler de la vivienda,
los gastos de comunidad o los préstamos bancarios. Si no se abonan en los
plazos establecidos, se aplican gastos adicionales de demora y la cantidad que
se paga y la deuda aumentan demasiado. Además, puede verse afectado el
historial crediticio del deudor, con lo que se dificulta la obtención de
préstamos en el futuro. En el peor de los casos, si no se cumple con los pagos,
se puede perder la vivienda, o afrontar juicios y demandas, con sus
correspondientes costes.
- Gastos
variables necesarios: son los suministros (agua, gas, electricidad, teléfono,
etc.), la comida, la ropa o el transporte. Son gastos necesarios en la vida
diaria, que se pueden reducir si se hace un consumo más moderado, como usar
bombillas de bajo consumo, viajar en transporte público o bajar la temperatura
de la calefacción algún grado.
- Gastos
discrecionales: son todos los demás desembolsos que, en caso de necesidad, se
podrían reducir o eliminar. Cuando hay que economizar, en general, es más fácil
empezar con este tipo de gastos, en los que están las comidas fuera de casa,
las actividades de ocio, la compra de discos y películas, el tabaco, etc.
4. Implicar a la familia
Es
mejor incluir a la familia y conocer con detalle los gastos de cada uno de sus
miembros para confeccionar un presupuesto útil. Para conseguir el objetivo y
reducir gastos, todos tienen que colaborar.
5. Aplicar el nuevo presupuesto de acuerdo a los
ajustes necesarios
La
finalidad de un presupuesto es que los ingresos cubran todos los gastos, hasta
el 10% destinado al ahorro mensual. Una vez identificados los recortes
necesarios, hay que elaborar el presupuesto, comprometerse a cumplirlo y revisarlo
para que se ajuste a la realidad con objetivos alcanzables. Por ello, si se
consigue un aumento de sueldo, no conviene incrementar los gastos en la misma
cantidad. Es mejor destinar una parte de esa subida al ahorro.
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